Recuerdo aquellos días en los que para acceder a un trabajo contaba la cantidad de titulaciones y cursos que llenaban tu curriculum. Días en los que el hecho de tener una formación marcaba la diferencia entre entrar en un proceso selectivo o no. Desgraciadamente hoy en día en muchos casos no es así , pues saben que una persona con aspiraciones a un buen puesto, salario y conocedor de sus derechos solo puede significar problemas. Por ello, muchas empresas tan solo quieren jóvenes con la enseñanza básica que puedan conformarse con un sueldo precario y que sepan estar en su lugar, que no protesten ni se quejen cuando les toque hacer horas extra sin cobrar, que no aparezcan con el convenio bajo el brazo cada dos por tres, en resumen trabajadores que siguen la línea marcada como borregos guiados por el pastor.
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